miércoles, 4 de agosto de 2010 2 comentarios


Evocar aquellos años en que un grupo de refugiados de la Guerra de Castas se entregó a la singular tarea de poner los cimientos de lo que es hoy nuestra casa, lleva necesariamente a hacer comparaciones, que nos hacen reflexionar en lo que hemos perdido, al distorsionar nuestra propia cultura en aras de imitar otra, muy ajena a la que fue conocida como la Cultura del Isleño.
Quienes hicieron los primeros trazos de la ciudad fueron entes visionarios, dado que es sorprendente cómo hasta la fecha ese trazo es lo único que no hemos alterado…como sí lo hemos hecho con tantos elementos culturales que hoy parecemos decididos a sepultar en el olvido.
Creo que nuestra actitud en las últimas décadas tiene mucho de ingratitud, pues los fundadores del poblado, y quienes les sucedieron hasta hace 40 años, nos legaron un patrimonio material e inmaterial, traducido en monumentos, edificios, usos y costumbres, tradiciones y leyendas, que no hemos sabido conservar, tal vez porque la modernidad nos ha absorbido tanto que hemos olvidado hasta quiénes somos.
 
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