JOSÉ FIGUEROA PAZ

viernes, 16 de noviembre de 2012 1 comentarios

 JOSÉ FIGUEROA PAZ
Marino y pescador
Un sencillo homenaje

Celebraba hace un mes el gobierno municipal a los pescadores en su día, instaurado en un 9 de octubre con el primario afán de recordar y honrar a los que jamás regresaron de su lucha con el mar. Aún que son la esencia de la evolución de esta minúscula porción de Quintana Roo, los pescadores y marinos isleños viven hoy momentos difíciles porque la pesca furtiva los ha dejado sin recursos…que antes del turismo y por más de cien años nunca escasearon.

EDUARDO JUANES PEÓN Y SU ARQUITECTURA MEXICANA...POR FIDEL VILLANUEVA

viernes, 9 de marzo de 2012 2 comentarios

EDUARDO JUANES PEÓN
y su Arquitectura mexicana (II)

Isla Mujeres…el paraíso perdido

“Debo decirte que fue la familia Ponce Rubio la que me ayudó a enamorarme de Isla Mujeres. A Pepe Ponce lo traté desde que éramos muy jóvenes, y allá por 1951, uno de nuestros entretenimientos era ir de cacería. Luego, en 1955 lo recuerdo tratando de hacer un barco, algo que desde niño yo tenía como principal afición.
Era un hombre excepcional, dotado de una inteligencia superior, pero con un mal congénito en su sistema nervioso, que igual lo sublimaba que lo sumía en profundas depresiones. Esa enfermedad la conocen ahora como depresión bipolar; antes le llamaban manía depresiva. Por ello, había que trabajar con él cuando andaba a la alta. Fue hombre de gran visión empresarial.
Como otros yucatecos de esos tiempos, varios años de su vida los pasó en Cuba haciendo negocios, y como muchos, al caer el régimen de Batista Pepe Ponce vendió como pudo sus bienes ahí y se vino para México, pasando también sus buenas temporadas en los Estados Unidos.

Gerardo Magaña Barragán y el Caribe Maya... Por Fidel Villanueva

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“Nuestra marca corporativa como prestadores de servicios al turismo debe ser: Caribe Maya. Cómo es posible que usando a nuestros antepasados registremos un Mundo Maya, una Costa Maya, un Maya Air, una Ruta Maya, una Zona Maya, y muchos nombres más relacionados con nuestros ancestros, e incongruentemente, no nos presentemos ante el mundo como lo que somos: El Caribe Maya.” -GMB.

Este comentario es irrefutable porque la cultura maya es valor agregado en todas nuestras promociones, pues demostrado está que lo que se sabe de nosotros en el resto del mundo tiene como referente principal a los mayas.
Contaría como anécdota que en 1989, con motivo de un seminario sobre agua potable en Viena, Austria, al que asistí con el Ing. Iván Hernández Pacheco, a la sazón Director General de la CAPA, muy emocionado solicité a Gerardo Magaña Barragán, que era entonces Presidente Municipal, me proporcionara todos los folletos y trípticos que sobre Isla Mujeres hubiera, pues mi intención era aprovechar el viaje para dejar por todos lados noticias sobre nuestro paraíso tropical y sus atractivos.
Menudo chasco me llevé, pues en ninguno de los países de Europa occidental donde estuvimos conocía alguien a Isla Mujeres, y ni siquiera a Cancún.

PUNTA SUR DE ISLA MUJERES...OBSERVATORIO MAYA DEL TIEMPO

lunes, 16 de enero de 2012 3 comentarios


Siendo el año 2012, el señalado por los mayas como término de un período de tiempo e inicio de otro, la Punta Sur de Isla Mujeres, donde los antiguos pobladores de esta ínsula hacían ofrendas a la Diosa Ixchel, deberá ser escenario obligado de ceremonias y rituales para la purificación y recarga de las energías positivas que se anuncian.

LOS SALINEROS DEL CARIBE... Por Fidel Villanueva

miércoles, 2 de noviembre de 2011 2 comentarios

Introducción

Fueron las salinas de Isla Mujeres, por siglos, un referente del lugar por la excelente producción que del mineral se obtenía en sus cuencas.
Contaba Petronilo Martínez Sabido, que los isleños de la primera mitad del siglo XX nunca pensaron que un día la sal dejaría ser parte de su idiosincrasia, porque desde la fundación del poblado en 1850, la existencia de sal en la ínsula fue un factor que alentó el arraigo de los migrantes, tanto nacionales como extranjeros.

EL CICLÓN DE 1922

martes, 4 de octubre de 2011 0 comentarios
Por fin entró la noche, negra y borrascosa; el viento se hizo cada vez más amenazante a grado tal que, bajo su acción y recurriendo a los últimos esfuerzos, se oía pasar por las calles a las familias llorosas en busca de seguridad.-
El amanecer no pudo ser más desconsolador; porque numerosas familias isleñas, al verlo todo perdido, se prepararon para salir de la población en ruinas, la cual, era considerada hasta un día antes de la tragedia, como la más rica de nuestras costas.- La Revista de Yucatán.-
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Ya no quedan entre nosotros isleños mayores, personas capaces de recordar la potente fuerza destructora del ciclón de 1922. Si acaso dos que en ese entonces eran niños, por supuesto; que a su corta edad debieron enfrentar un desastre natural de dimensiones extraordinarias.
Aquel 17 de octubre del año que cito, los isleños sabían que el fuerte norte que desde hacía dos días los azotaba era presagio de algo funesto. “Es común que los nortes soplen fuerte – explicaba a sus 90 años Antonio Peña Osorio – pero no más de dos días. Pueden durar hasta seis, pero con baja intensidad”. La marea alta, y el movimiento de aves y otros animales buscando refugio, advertían también de un inminente fenómeno natural
Acostumbrados a predecir el tiempo, los isleños de 1922 empezaron a prepararse para recibir el posible impacto de un ciclón. Apuntalaron las humildes chozas de maderas y palmas; aunque sabían que los fuertes vientos no dejarían muchas en pie. En realidad, males peores soportaban nuestros abuelos, con las bajas que el paludismo, el cólera y la tosferina les causaban también.
Durante las horas de la tarde el viento fue tomando mayor fuerza. En las casas consideradas más resistentes se habían concentrado poco más de un millar de personas, incluyendo a quienes llegaron de fuera buscando refugio, entre ellos los cubanos que pescaban en las inmediaciones.
Al llegar las sombras, ante las mortecinas luces de velas y quinqués, las señoras rezaban mientras trataban de calmar la inquietud de los niños, pues algunos muy atrevidos se empeñaban en ver que pasaba fuera del hogar. Dicen que a falta de valor la inconsciencia es buena.
“Ya se cayó la casa de Don Manuel Osorio y se ladeó la de Don Domingo Martínez”– comentaban asombrados. Por doquier el vendaval mezclaba ramas con artículos domésticos, o hacía rodar estrepitosamente tambores vacíos, los cuales servían para envasar aceite de tiburón o de tortuga. No era fácil distinguir qué pasaba en la oscuridad que envolvía a la isla; oscuridad que se hacía más densa con los chaparrones de agua que el cielo arrojaba.
Con la medianoche llegaron los momentos de mayor intensidad de los vientos, y escenas desgarradoras se sucedieron. La gente salía de sus humildes casas desplomadas, arrastrando a sus niños y a sus ancianos, buscando otro refugio, clamando por ayuda para los heridos, lanzando gritos de auxilio que se perdían entre los ensordecedores bramidos que lanzaba la tormenta.
Era el ciclón de 1922 en todo su apogeo, con sus 100 millas por hora haciendo añicos el poblado de Isla Mujeres. Su lento movimiento de traslación lo hizo permanecer casi estático sobre la ínsula por más de 14 horas, antes de ingresar a la península para salir por Campeche, e ir a disiparse en las estribaciones de la Sierra Madre Oriental cinco días más tarde.
Fueron 14 largas horas de angustia y desesperación. Quien ha vivido la experiencia de un huracán sabe bien que el tiempo parece detenerse, haciéndose eternas las horas e inescrutable el destino. Cuando amaneció aquel 18 de octubre de 1922, ante los ojos de los isleños se reveló la magnitud del desastre: de las ciento veinte casas que componían el poblado, sólo unas 40 permanecían en pié; y luego de una evaluación, solamente tres fueron consideradas habitables.
Amparado por las sombras también, a unos metros de las playas, el huracán había protagonizado otro drama, el de los ocupantes de los barcos surtos en el puerto.

EL NAUFRAGIO DE LA CANOA DE GUERRA “NIEVES”.

En aquellos lejanos tiempos, el transporte de carga y pasajeros lo realizaba una flotilla de embarcaciones nacionales identificada como Servicios Navales del Territorio Federal de Quintana Roo. Iban esas embarcaciones de Veracruz a Payo Obispo, impulsadas a motor y vela, haciendo escalas en los puertos del Golfo y la costa oriental de la península. Un mes en promedio duraba la travesía, y era el único medio de comunicación entre la isla y los puertos aludidos.
Canoas, Cayucos, Bongos y Lanchas integraban esa flotilla, misma que resultaba insuficiente para el servicio que las poblaciones costeras demandaban. Se viajaba entre costales de copra y marquetas de chicle, entre cueros a medio curtir, esponjas, tortugas y hasta animales domésticos. La “Nieves”, junto con la “Cozumel”, fueron dos de esas embarcaciones que servían de enlace regional. Eran las preferidas en virtud de su larga eslora y su estrecha manga que les permitían desarrollar mayores velocidades al desplazarse. Ambas tuvieron un fin trágico.
Con respecto a la "Nieves” y al ciclón de 1922, citaré que en Mérida, hasta el día 25 de ese mes de octubre se ignoraba la suerte de la embarcación, pues sólo se sabía que había salido de Payo Obispo con mal tiempo. Se le daba por perdida seis días después del impacto del meteoro.
La deficiente comunicación en esos años impidió conocer con oportunidad los sucesos. Fue hasta el día 26, nueve días más tarde, cuando se supo por versiones de dos náufragos, lo ocurrido en Isla Mujeres la noche del día 17, cuando la canoa fue arrastrada por el ciclón hasta estrellarse contra el arrecife, pasando sus ocupantes indescifrables horas de dolor.
Con la luz del día, la otrora elegante silueta del navío se mostró destrozada a un costado del islote “La Carbonera”, y desde una roca cercana, alguien hacía señas pidiendo auxilio. Hubo que esperar unas horas pues la fuerza de los vientos aunque había disminuido aún causaba destrozos, y no era prudente aventurarse en el agitado mar. Sin embargo, con la ayuda de isleños valientes, y con los barcos de los señores Fabián Magaña e Inocente Pastrana, para las cuatro de la tarde los náufragos ya estaban en tierra firme, y recibían del Presidente Municipal y de los profesores, medicinas, alimentos y ropas, pues ninguno pudo rescatar su equipaje, dedicados durante las 16 horas de angustia que pasaron sobre las rocas a defenderse de los embates de las olas para salvar la vida, asidos al riscoso y cortante esquilón que va del Farito a la Carbonera.
La “Nieves” se perdió; y también quedaron ahí, junto a sus astilladas cuadernas los restos del valeroso Patrón de Costa, Don Cristino Pacheco, quien, según testimonio de los pasajeros a La Revista de Yucatán, al ver que su barco encallaba, se lanzó a las turbulentas aguas para ofrendar su vida al mar al grito de ¡Viva México!


LOS ÚLTIMOS DÍAS DE LA “NIEVES”.

El 25 de octubre siguiente, el Corresponsal de La Revista de Yucatán en Progreso entrevistó al Sr. José María Cervera E. y a su hijo, José Cervera Castillo, (náufragos de la “Nieves”), quienes rindieron declaración sobre el fatídico último viaje que emprendió la embarcación, hasta zozobrar en Isla Mujeres. El relato de aquellos sobrevivientes fue el siguiente:

“La noche del 9 al 10 entre 11 y 12 salimos de Payo Obispo para Progreso en la Canoa Nacional “Nieves” q. conducía alrededor de 34 pasajeros. La embarcación salió al parecer con mal tiempo. Después de dos días de viaje, siempre con mal tiempo, entramos a resguardarnos en la bahía de la Ascensión, donde permanecimos dos días. Al amanecer del 13 hicimos rumbo a Cozumel habiendo tenido que internarnos en la Caleta para precavernos del mal tiempo; llegando 12 horas después de nuestra salida. En la Caleta bajamos con las mujeres parte del pasaje, y pasamos por tierra a Cozumel, donde estuvimos desde la noche del sábado hasta la del lunes, en la que nos embarcamos nuevamente. A las 11 de la noche levamos anclas para Isla Mujeres, llegando al día siguiente en la mañana. (Martes 17 de Oct. de 1922) De allá no pudimos salir porque a cada momento arreciaba el temporal. Parte del pasaje bajó a tierra, volviendo algunos por la noche, a cenar en la canoa, donde tuvieron que quedarse porque estaban soplando vientos de tierra. Como a la una de la madrugada, cuando el pasaje en su mayor parte dormía, reventó el ciclón en tierra arrastrando la canoa hasta encallarla en un arrecife que queda frente a Isla Mujeres. (Vientos del nordeste llevaron la “Nieves” hasta la Carbonera.). La embarcación resultó completamente averiada haciendo agua, y con tal motivo, los pasajeros y la marinería, haciendo esfuerzos y luchando contra la obscuridad y las olas, nos lanzamos a alcanzar el arrecife próximo.
Éramos como cuarenta personas, inclusive mujeres y tres niños, uno de teta. Pasamos de 14 a 16 horas sobre el arrecife, sufriendo el frío, el hambre y los dolores de los golpes y rasguños que nos produjo la lucha con las encrespadas olas en la más espantosa obscuridad. Al día siguiente fuimos auxiliados por dos botes, uno de la flotilla y otro particular, y trasladándonos a Cozumel. La canoa “Nieves” quedó encallada frente al arrecife, completamente averiada perdiéndose el equipaje de muchos pasajeros, inclusive el nuestro. Entre los pasajeros de la embarcación náufraga estaba el Teniente Federal Rueda que venía para Tabasco.
Los pasajeros náufragos se embarcaron, unos en el balandro “Fénix” que llegó anteayer a Progreso, y otros en el “Orión” que llegó ayer. También naufragó en la bahía de Isla Mujeres el balandro “Rosita”, que venía cargado de chicle.- El Corresponsal.-

También había naufragado en la Punta Sur el pesquero americano “Ida. S. Brook”. Igual suerte corrieron en Cozumel, El “Alberto”, La “Norma” y la “Candita”.


COLOFÓN.

Así terminó la “Nieves” sus largos años recorriendo nuestros mares. Su motor a gasolina (entonces muy moderno), fue rescatado e instalado a la Canoa de Guerra “Cozumel”, la cual unos años más tarde rendiría también tributo al mar al chocar con otro navío frente a Xcalak.
El testimonio de los náufragos de la “Nieves”, nos ilustra sobre las dificultades que enfrentaban quienes debían viajar en esos tiempos. Nos confirma también que por falta de buenas comunicaciones, tanto para informarse de la presencia del un huracán, como para pedir y recibir auxilio, la vida no valía gran cosa en esa época del Quintana Roo de nuestros abuelos.
Ocho días tardó la trágica noticia en conocerse. Ocho días de incertidumbre. Hace apenas unos años, los pocos isleños mayores, al evocar el ayer, me expresaban que no esperaban en esos casos de emergencia ninguna ayuda de fuera. Cuando llegaban las autoridades del Territorio ya nada había qué hacer. Los heridos habían sanado o fallecido, y las casas de los pescadores se erguían de nuevo, en espera de un nuevo ciclón, tal vez para demostrar a las futuras generaciones que a ellos nunca los dobló la adversidad, y que supieron luchar para heredarnos un lugar digno donde vivir.

Por ello, dedico estas líneas al nuevo grupo social llamado: “Recuerdos de Isla Mujeres”, integrado por paisanos que se niegan a perder su identidad cultural.
Mi enhorabuena para el Arquitecto Cuauhtemoc Zurita Ávila, su creador.
Para concluir, expreso gratitud a la C. Licda. Ney Antonia Canto Vega, Directora del Centro de Apoyo a la Investigación Histórica del hermano Estado de Yucatán en 2005, cuyas atenciones fueron decisivas para la elaboración de este escrito.


Fidel Villanueva Madrid.
Cronista Vitalicio de Isla Mujeres.-
ixcheel@prodigy.net.mx
Septiembre de 2011.-

EL INDIO Y LOS TIBURONES

viernes, 13 de mayo de 2011 2 comentarios

Un pescador Delegado

A petición del grupo cívico: Los Garatuzos, y de otros asiduos lectores de estampas costumbristas del ayer, escribo un poco más sobre El Indio Martínez y sus aventuras con los tiburones, sin menoscabo de las experiencias de vida de otros isleños dedicados también a enfrentar a los escualos para ganarse el sustento.
Y como El Indio nunca ha andado solo por éstos caribeños mares, permítame Usted ir recordando de paso a notables pescadores del lugar.
El primero de ellos es Manuel Cárdenas Magaña, más conocido como “Nika”, quien es flamante autoridad pesquera del Estado desde hace unos años. Méritos sobrados tiene este nativo de Isla Mujeres para ocupar tan alto cargo, pues a su formación profesional suma su experiencia personal como pescador tradicional. Como dicen: el hombre está en su elemento…no es un burócrata más traído allende las fronteras del Estado.
Lo cito porque en sus años mozos, y aún hoy, cuando la chamba se lo permite, se embarca con El Indio Martínez en busca de meros y tiburones, pargos y abanderados.
“Hace años “La Piedra de la Morena” ubicada a media travesía a Cancún nos surtía de buenos tiburones –cuenta El Indio- y Nika Cárdenas gustaba acompañarme para sentir la sondaleza correr por sus manos cuando un jaquetón se enganchaba. Entonces, las mentadas de madre, entre otras maldiciones, reemplazaban a la romántica canción isleña que se había entonado durante la espera.
Cebábamos a los bichos con escochines (peces ballesta), pues en ese tiempo no se comían, nadie los pescaba a propósito. Anzuelabas uno, lo partías a la mitad y lo arrojabas al mar. Antes de media hora ya tenías a las cornudas tratando de subirse a la embarcación. Era la hora de la emoción, de la lucha, de mostrar nuestras habilidades y nuestra fuerza enfrentando al tiburón.
En ocasiones, cuando se trataba de animales muy grandes, atábamos el anzuelo encarnado a una boya, y esperábamos que el bicho se matara solo. La cuota mínima en La Piedra de la Morena era de tres cornudas, o martillos, como también los llaman.”

Los coronados de Coronado
“La rutina comenzaba con el buceo de langostas, caracoles, y arponeo de boquinetes y abadejos, entre otros –comenta el Indio- encontrando en estos recorridos submarinos lugares donde abundara alguna especie para lograr buena captura. Ramón Coronado, aquel caballeroso Agente de Migración que tantos amigos hizo en la isla, se embarcaba a cada rato conmigo. Él es de Tekantó, Yuc., y como debía ir a ver a su familia de vez en vez, venía buscarme para ir a visitar lo que llamaba nuestra tienda de coronados.
Coronado no sólo pescaba coronados. Tiburones y barracudas lo zarandearon en más de una ocasión. Pero el hombre es valiente, y todavía, de vez en cuando se me aparece para ir a recordar viejos tiempos.”
Por cierto que de esos años de buceo recuerda El Indio una anécdota la mar de curiosa:
“Es para reír lo que te voy a contar –advierte. Tenía una novia canadiense a la cual le fascinaba el buceo. Cierto amigo, cuyo nombre omito a propósito, nos acompañó un día a las inmediaciones de la piedra llamada antes La Lavandera, más conocida hoy como La Bandera, entre la punta sur de la isla y la de Cancún. Ya ahí, la rubia y yo nos sumergimos, y no habíamos andado mucho cuando ella me advirtió de la presencia de un enorme tiburón. De inmediato subimos a la superficie para abordar la lancha, pero nuestro cuidador andaba muy lejos y no era posible alcanzarlo.
Con el tiburón siguiéndonos tuvimos que nadar muy precavidos desde La Lavandera hasta la isla. Casi dos horas nos llevó ayudados por la corriente a favor.
Entonces dejé a mi novia en playa, y a bordo de un pequeño velero me fui a buscar al amigo lanchero, el cual no dejaba de rondar como loco buscándonos por donde nos perdió. Hubieras visto su cara de sorpresa al verme llegar en el velerito; pues ya nos daba por muertos”

Entre pescadores de tiburones
Incluir aquí una relación de pescadores de tiburón de Isla Mujeres es imposible por razones de espacio. Más de la mitad de la población pesquera ha tenido que ver con escualos. Haciendo memoria anotaré a los siguientes:
Rolando Figueroa y sus hermanos Fabio, René y Rodolfo (+); Carlos “Válvula”García Castilla y su hijo Juan de Dios “Huacha” García Povedano; Francisco Cobá Ríos; Nicolás Rivero; Javier Ayala Rejón; Jesús Ríos Fernández, Jacinto Ríos Azueta, Bernardino Castilla Canto; Rogelio “Chilero” Magaña Castro; Rogelio “Boyarín” Delgado García, Esteban Ancona Argáez, y muchos más.
Entre ellos, Francisco “Paco” Schmied, quien fuera Presidente Municipal de Isla Mujeres, es un paisano que durante años pareció tener una fijación contra los tiburones. Por las playas del rastro, en la costa oriental de la isla, gustaba arrojar al anochecer sus gruesas líneas en busca de “tanquelenes”. Nunca fallaba porque la sangre y las vísceras del ganado sacrificado en dicho rastro mantenían engodados siempre a los escualos. Ismael “Chulo” Hernández Luna, era quien lo ayudaba “diluyendo” tsosín salado en cubetas de agua que luego arrojaba al mar para ayudar la engoda. Estas pescas desde las playas también las hacían en la Media Luna, allá por el hotel Poc-Ná. Lo cierto es que Paco pescó muchos años con El Indio, quien cuenta lo que en una ocasión les ocurrió:
“Mi primo Paco es un buen pescador. Entiende de mareas, de corrientes, de posiciones de la luna, de carnadas, en fin, de muchos detalles para lograr una buena captura. Cuando éramos jóvenes gustábamos apantallar a nuestras novias pescando tiburones.
En una ocasión nos fuimos en su barco, La Dama Elegante, con varias muchachas. Hugo Ravell, y su hermano Raúl nos acompañaron. Llegamos a la Playa del Aliscafo y fondeamos para tirarnos a bucear unos abadejos entre las piedras del arrecife. Ya habíamos ensartado cuatro cuando notamos la presencia de varios tiburones. Uno de ellos nos arrebató un pescado y entonces, sin manera de defendernos, tuvimos que subirnos sobre la rompiente del arrecife y gritar a los del barco para que nos fueran a buscar. Esa vez los apantallados fuimos nosotros, ya que las chamacas no dejaban de reír por el susto que pasamos.”
Y prosigue:
“Tuve otra novia; era ésta de California y para impresionarla me fui con ella y el huero Chay a garetear tiburones frente a Cancún. Remojábamos engodo y arriábamos las líneas. Esta vez nos salió bien. Hubieras escuchado los gritos de la gringuita cuanto aseguramos al barco una cornuda de más de 250 kilos.
En ocasiones, los tiburones, al sentirse atrapados intentaron romper el barco –agrega- A El Varadero, de Isla Blanca, íbamos a pescar tsosín y a arponear a los tiburones que acosaban los cardúmenes de esos peces. Allá un tiburón, al sentir las cuatro pulgadas de metal en su lomo reviró enfurecido y embistió al pequeño Júpiter, mi velero, que era de apenas 21 pies de eslora. Pensé que hasta ahí llegaba mi existencia, pero gracias a Dios, maniobrando para esquivar los ataques del escualo logramos salir del apuro.”
De anécdotas como las anteriores El Indio es una enciclopedia, pues añade:
“Recuerdo una temporada de langosta en Contoy por lo siguiente: Tiramos las redes, y al ir a requerirlas en la madrugada nos encontramos enmallada una inmensa manta raya. El animal pesaba arriba de cuatro toneladas, y como nos rompió la red, debimos retornar con ella a la isla. No hubo manera de subirla por completo al barco pues el winch no pudo levantarla. Con la mitad de la manta raya embarcada y la otra mitad dentro del agua navegamos a duras penas hasta mi rancho en Isla Mujeres, a donde llegamos ya anocheciendo. Cansados, decidimos acostarnos a dormir y por la mañana entendernos con aquel monstruo que arruinó nuestras redes.
Pero al amanecer, lo que encontramos en el barco fue sólo la mitad de la manta y varios tiburones rondando. Los voraces carniceros se habían desayunado nuestra pesca, incluida gran parte de la red.
Y bueno, de que son bravos lo son. Cuando tienen hambre no miden consecuencias. En un palangre encontré un día dos tiburones en un mismo anzuelo. Uno de casi cien kilos se enganchó primero, y vino otro de media tonelada y se lo tragó, quedando así los dos atrapados.”

Más de sus luchas con tiburones
“Bernardino Castilla gustaba también de emociones fuertes. Con él y con Aladino Delgado (apodado Lámpara), atrapé en una ocasión un alecrín, variedad de tiburón que tiene entre otras particularidades la de pelear ferozmente cuando se siente enganchado. Salta como pez vela, nada velozmente cambiando de dirección con gran rapidez, en fin, es una locura lidiar con alecrines. La cosa es que entre saltos y nados vertiginosos debimos luchar más de tres horas para poderlo aquietar, tranquear y embarcar, aunque apenas pesaba unos 160 kilos.
Muchas veces los tiburones nos cortaban los palangres. Entonces había que irse al fondo en busca del extremo cortado para subirlo a la superficie. Jim, un gringo bastante osado me ayudó en un caso extremo a rescatar a 60 pies un palangre que tenía varias tintoreras, algunas de ellas de más de 270 kilos de peso. Esa fueron aventuras –y agrega: Mi primer tiburón lo pesqué cuando tenía apenas 14 años, frente al hotel Posada del Mar. En ese tiempo se sacrificaban en las playas de la isla muchas tortugas para consumo de la población, y las aguas de la costa se teñían de rojo. Eso atraía a los escualos. Atorabas en el anzuelo algunas vísceras de tortuga y capturabas alguno.
Y abunda en que: Para pescar tiburones siempre se han utilizado varios tipos de carnada. No sólo bonito, tsosín, y tortuga, sino también liseta, lisa, manta raya, macabí, pez vela, toninas o bufeos, barracuda, y cuando abundaban los perros o los gatos en el pueblo los sacrificábamos y sus restos iban a parar al palangre. La carne de cerdo es buena también para ello.
Los tiburones son atraídos especialmente por todo lo que genere grasa animal. Por ello nunca nos ha extrañado encontrarles en la panza latas de manteca o mantequilla, bolsas de plástico cuyo contenido tuviera grasa, y hasta cocos secos, de esos que flotaban entre la sangre de las tortugas beneficiadas en las playas; sin dejar de citar tortugas enteras, y patos buceadores o camachos.
Aquí en Playa Indios, en una ocasión apareció muerta una de las reses de Félix Martínez. Los animales salían de su rancho y se dedicaban a causar destrozos. Era una hermosa vaca que comenzó a descomponerse pues nadie la vino a buscar. Entonces, ayudado por Luis “Chácara” Muñoz, la destacé y la usamos para pescar tiburones. Capturamos seis tintoreras, y todo mundo andaba investigando qué carnada habíamos utilizado.”
El Indio como buen isleño gusta del Pan de Cazon, y sabe cuál es el mejor para prepararlo:
“El mejor cazon de vientre es el de tiburón toro -sentencia- y la hembra expulsa hasta doce crías cada temporada de reproducción; igual hace la variedad llamada Moan.”
Dice que la más prolífica es la tintorera que pare hasta 60 crías; que le sigue la cornuda con alrededor de 40, y otras que apenas llegan a seis. Reitera también que antes de Cancún el área litoral de la zona hotelera era un paraíso para ir en busca de tiburones, y que los pescadores isleños saben muy bien dónde y cómo los capturaban.
“Si a consecuencia de los ataques conocidos van a hacer estudios sobre esos animales deben incluir dentro de su trabajo de campo la experiencia de los isleños –recomienda- no todo debe ser trabajo académico o de escritorio.”

Y cuidado con las recomendaciones para espantarlos…
Respecto a que los tiburones se ahuyentan con la sangre o vísceras descompuestas afirma el entrevistado que es cierto, pero que no todas las variedades de tiburón tienen el mismo comportamiento, cita que podría salir a la inversa:
“A la tintorera le gustan las cosas descompuestas. A esa no la van a ahuyentar, por el contrario, la van a atraer. Además, deben tomar en cuenta las corrientes que con rapidez se llevarían esa sangre usada como repelente. Su manejo, por el mal olor puede ser también un inconveniente…pero allá los expertos…ellos saben lo que hacen.”- concluye.
A pesar de que la pesca de tiburones es parte de su modo de vida, los pescadores de Isla Mujeres no están de acuerdo de que se les mate sólo por el placer de hacerlo, o por miedo, como ocurre ahora.
En ese contexto, digno de aplauso es que el Congreso del Estado tome cartas en el asunto, y de manera unánime censure las “matanzas” de escualos.
Llama la atención que en otras partes el mundo los aprovechan, como ocurre en las islas Palau, en el Océano Pacífico, donde cada escualo está valuado en casi ¡¡dos millones de dólares!! Han descubierto que los tiburones dejan más beneficios vivos que muertos. Ahí, el 21% del turismo llega específicamente al nado con esos animales. En las islas Maldivas y en las Bahamas ocurre otro tanto. ¿Por qué no ir a ver cómo lo están haciendo? o de ser posible: ¿por qué no los traemos a ver qué nos sirve de su experiencia?
Y es que no estamos de acuerdo en el exterminio. Por ello, seguiremos pendientes de los estudios que se van a realizar. Por lo pronto, la visión de que “se afecta el equilibrio ecológico de la zona” con la eliminación de los tiburones me parece algo romántica, pues el tal equilibrio se rompió hace más de 30 años, y la presencia de algas no es por la ausencia de tiburones, sino por las grandes aportaciones de aguas residuales de la ciudad de Cancún. Nada más hay qué ver cuánto ha retrocedido la interfase salina…o la elevada presencia de materia orgánica (coliformes), en las aguas del litoral
Pero bueno, éstas son solamente opiniones de quien escribe.
Estás servido Gitano.

Fidel Villanueva Madrid.
Cronista Vitalicio de Isla Mujeres.
Ixcheel@prodigy.net.mx.

Mayo de 2011.
 
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