JOSÉ FIGUEROA PAZ

viernes, 16 de noviembre de 2012

 JOSÉ FIGUEROA PAZ
Marino y pescador
Un sencillo homenaje

Celebraba hace un mes el gobierno municipal a los pescadores en su día, instaurado en un 9 de octubre con el primario afán de recordar y honrar a los que jamás regresaron de su lucha con el mar. Aún que son la esencia de la evolución de esta minúscula porción de Quintana Roo, los pescadores y marinos isleños viven hoy momentos difíciles porque la pesca furtiva los ha dejado sin recursos…que antes del turismo y por más de cien años nunca escasearon.

Adolecen también de equipos y embarcaciones adecuadas para lograr mayor autonomía en su labor. Requieren igualmente de un buen esquema de comercialización que no los ponga en la lona, como ocurre hoy con la langosta que observa el desplome más grande de sus precios en las últimas 3 décadas.
Desplazados de sus lugares tradicionales de pesca, con vedas permanentes y de temporada, quienes fueron protagonistas de la historia local sobreviven hoy con ayudas extraordinarias que no mejoran su situación. En aras de “conservar” lo poco que queda del deteriorado ambiente se les han cerrado puertas. Primero está el turismo, porque todos, incluyendo los pescadores, vivimos de esa actividad.
La cuestión es, que la abundancia pesquera es leyenda que nos cuentan los abuelos, quienes al recrear aquellos buenos tiempos no pueden evitar la nostalgia por lo que jamás volverá.
Y así como los recursos marinos son cada vez más escasos, lo mismo ocurre con aquellos isleños que conocieron épocas mejores.
Para no olvidar, me ocupo en esta ocasión de un paisano que resulta un buen referente de lo que era hace unos años el marino-pescador de Isla Mujeres, aquel que inmortalizó Virgilio “Chino” Fernández en sus canciones.
Se llama José Nicolás Figueroa Paz, y nació el 28 de marzo de 1933 en Isla Mujeres. Producto de los tiempos que le tocaron vivir, el hombre es hoy un experto en tópicos de navegación, de pesca y construcción de barcos de madera.
Sus padres fueron José Eduviges Figueroa Rodríguez y María del Socorro Paz González, ambos nativos de Isla Mujeres. El padre del personaje que nos ocupa fue un reconocido carpintero de ribera, y entre otros barcos construyó uno al que denominó "Tres Reyes", el cual se haya envuelto entre las leyendas de los pescadores de la región.
Más conocido como Pepe, cuenta el entrevistado que su infancia no fue nada fácil porque desde muy pequeño debió trabajar para apoyar la economía familiar, vendiendo pan en las calles, boleando zapatos y cortando leña para la panadería del pueblo.
Contaba José con apenas 12 años de edad cuando inició su etapa de pescador al lado de su padre. La captura de tortugas, así como la pesca de escama, eran las principales actividades a las que se dedicaron desde los años cuarenta del siglo pasado.
Los lugares donde preferentemente pescaban eran: El Placer, en la Punta Sur de la isla, y el Paraje Mayor, situado éste a dos millas de la costa, allende la Punta Norte de la ínsula. Las redes se tiraban a lo largo desde la playa; eran tiempos en que la captura de especies marinas se hacía muy cerca del poblado. “Ahora hay que alejarse demasiado y por eso algunos no vuelven”- comenta  José.
Otros lugares donde pescó con su padre son Boca Iglesia, Boca Nueva y Boca Limbo, cerca del Cabo Catoche, así como Cayo Ratón frente a Isla Contoy. Sus presas preferidas eran las tortugas blanca y carey.
Mantenían vivos los quelonios encerrándolos en corrales hechos con palos de “chit”; esto mientras se comercializaban en los mismos campamentos pesqueros de la costa. La langosta se capturaba de noche con lámparas de carburo y una especie de jamo o bolso llamado chapingorro, el cual consiste en un aro sosteniendo un bolso de red cónico; un arte de pesca que como otros, fue introducido en Isla Mujeres por pescadores cubanos. Con ese aparejo se capturaban las langostas una por una, de preferencia comenzando por la última de la fila para no espantar a las demás.
Por supuesto, también utilizaban redes, las cuales eran fondeadas con grampines, utilizando boyas y banderines para señalarlas. La malla se fabricaba de algodón, y algunos pescadores hacían las cuerdas de huano tejido, palma de chit y de henequén.
Las boyas se hacían con palo de corcho cortado en trozos. Luego de darles la forma necesaria se perforaban con un fierro al rojo vivo. Estas boyas caseras eran conocidas como  hechizas. “Por el corcho no había problema, y aun puede obtenerse en el Corchal, allá por Punta Arenas”- señala el Sr. Figueroa Paz.

Barcos de Madera

Descendiente de constructores de barcos, me pide Pepe Figueroa anote sus comentarios sobre el tema. Cuenta:
“José Figueroa Rodríguez, mi padre, adquirió de su tutor la capacidad y los conocimientos sobre la carpintería de ribera. Su primera embarcación la construyó en el año de 1945 y la bautizó con el nombre de José Manuel. Medía entre 20 y 25 pies de eslora. Le siguieron cinco más: Neptuno, Júpiter, Isla Mujeres, el Cisne, y la anteriormente mencionada Tres Reyes, todas  fueron de diferentes tamaños y diseños.
Como en la década de los años cuarenta no existían poblaciones en la costa, salvo algunos ranchos pesqueros y copreros, la vegetación era rica en maderas preciosas. Los carpinteros isleños hacían el cruce a la parte continental internándose en parajes bondadosos en árboles y maderas tales como la del jabín, que servía para hacer curvas, nebrules (de Neb Rules) y costillar. Cortaban también cedro, el cual se utilizaba para forrar el fondo del casco.
Otras maderas empleadas en la elaboración de las naves eran el bambú, conocido en la región como jimba, por ser adecuado para la vara de la vela; servían también el brasilete, el guayacán y hasta el palo de tinte, por ser de consistencia muy resistente. También se usaba la madera de casuarina, una variedad de pino muy liviano.
El tiempo de construcción de estos barcos fluctuaba entre cinco y seis meses ejecutándose in situ. Normalmente eran trabajos para dos o tres personas. La herramienta era la tradicional: formón, serrucho, sargento, martillo, hachuela, etc. El herraje: clavos cuadrados, tornillos, etc., era de importación, obteniéndose principalmente de Belice.
Los barcos que se construían se dedicaban a la pesca. En la época que te platico navegaban por el litoral otros navíos conocidos entonces con los nombres de: Juanita, que era propiedad de la Casa Aguilar de Chetumal, el Antonio Sánchez, del mismo lugar, el María Fidelia, el Claudio Canto de Cozumel, y la Carmita, una de las embarcaciones más antiguas dedicada al cabotaje de tipo mixto, o sea: carga y pasaje.
El recorrido de esa embarcación era de 36 horas de viaje. Saliendo de Progreso, seguía a Chichxulub, Isla Mujeres, Puerto Morelos, Cozumel, Punta Allen, Punta Herrero, e Xcalac, visitando por todo el litoral los ranchos de cocoteros de la costa, donde se embarcaba la copra encostalada, (pulpa seca de coco) a la vez que se entregaban mercancías y se transportaba pasaje.
Otros viajes duraban quince días entre ida y vuelta, siempre costeando. Contaban todas estas embarcaciones, con cinco o seis chalanas o alijos de 12 a 15 pies de eslora, con los cuales se movía la gente y la carga desde el barco hasta la costa y viceversa, ya que la mayoría de los ranchos costeros no contaba con muelle. Era toda una hazaña preparar alimentos navegando, sirviéndose de anafres de carbón; los incómodos espacios bajo cubierta se llenaban con carga y también eran utilizados como dormitorios.
No era fácil conciliar el sueño por los vaivenes del barco y porque había que acostarse sobre carga que en lo general eran costales con copra, cuyo olor no se desprendía del cuerpo en varios días
La manera de navegar de noche era guiándose por las estrellas; en el día, ayudaban puntos de referencia que cada cual registraba en la topografía de la costa. También se empleaba el compás, por cuartos equivalentes a grados. En cuanto a los tipos de propulsión, servían principalmente velas de lona o algodón, triangulares o cuadradas; y con calma chicha  se recurría a la fuerza humana con la vara y el canalete. Cuando un mal tiempo nos sorprendía en mar abierto se buscaba el abrigo de los quebrados o de alguna ensenada en la costa.”

25 años a bordo

José Figueroa Paz fue muchos años marino naval. Luego de contraer nupcias, a los 21 años de edad, con la señora María de los Ángeles Pérez Miranda (+), ingresó en la Armada de México como marinero en Isla Mujeres. Era la década de los años cincuenta, y José Figueroa, decidido a superarse, inspirado en el comienzo de operaciones de una estación de radio en la ínsula, tomó dos cursos de un año en el Centro de Capacitación Naval (CENCAP), en el Puerto de Veracruz, logrando en 1963 el grado de Primer Oficial de Comunicaciones Navales, con el cual se desempeñó como Jefe de Comunicaciones a bordo de los dragaminas DM-02 y DM-09. En l968  fue comisionado a las Olimpiadas, y más tarde pasó un año en la estación de radio de Isla Contoy; luego lo comisionaron a Isla Mujeres. El siguiente encargo que cumplió fue de dos años en Isla del Carmen, pasando a ocupar plaza después en Tampico; siendo enviado posteriormente a Puerto Cortés, Baja California Sur, donde permaneció cuatro años. Su último destino como marino naval fue Champotón. Al cumplir 25 años de servicios prestados a la Secretaría de Marina se retiró con el grado de Teniente de Fragata.
Pudo disfrutar entonces de su familia; de su esposa y de los siete hijos que procrearon.
Volvió a su origen: la pesca; ya que con el apoyo de Romeo Magaña Carrillo adquirió una lancha para continuar capturando escama y tiburón. A partir de 1996 Pepe Figueroa fue nombrado Juez Calificador del Municipio, cargo que desempeñó 9 años con eficiencia, porque como dice él, “hay que portarse bien y seguir llevando el sustento a la casa”.
Gente como José Figueroa Paz ya no queda mucha en Isla Mujeres. Gente como él son hoy testimonio vivo de tiempos de bonanza pesquera que no volverán.
“La pesca en las aguas periféricas la isla es historia. Ahora la lisa que comemos viene de Río Lagartos, de donde antes sólo nos llegaban los toros para las fiestas del pueblo -dice sonriendo y concluye- Si hubiera una buena cultura pesquera los recursos se recuperarían. Es cuestión de dejar en paz por tres años los sitios de reproducción de las especies, pero eso se antoja imposible. Los pescadores de antes respetábamos al mar, cuidábamos las especies porque de eso dependía nuestra supervivencia. Antes sobraba mar para ir a pescar; hoy lo que sobra son pescadores.”
Dejo a Pepe Figueroa en Playa Caribe, donde todos los días es localizable. Queda con sus recuerdos de tantos años de enfrentar al mar, contento de saber que siempre lo venció, que siempre pudo regresar a casa, a su adorada Isla Mujeres.
Y cierro el espacio agradeciendo a su hijo Miguel Ángel las fotos que aportó para esta crónica caribeña, la cual dedico con mi afecto a Karla Georgina, Manuel Jesús (+), José Luis (+), Olivia Higinia, Julio César, Nidia Marina, y al propio Miguel Ángel, que son los hijos que Pepe Figueroa y María de los Ángeles Pérez Miranda trajeron al mundo.


Colaboración de:
Fidel Villanueva Madrid
Cronista Vitalicio de Isla Mujeres
Mail: ixcheel_48@hotmail.com
Noviembre de 2012.-








1 comentarios:

  1. MAURI dijo...:

    Excelente entrada!

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